Flores de cempasúchil adornan las tumbas por el Día de Muertos. Sobre las lápidas más antiguas, en las que se desdibujan las letras, no falta quien les pone una flor para que no queden en el olvido en esta fecha.

Una de esas tumbas a la que le dejan flores es la conocida como la mujer dormida en el panteón de Herrera, que no tiene nombre ni fecha. La escultura magistralmente tallada en la lápida de cantera despierta la curiosidad de los visitantes.

Las tumbas más viejas datan de finales del siglo XIX, algunas ya hundidas o destrozadas, pero otras lucen majestuosas todavía, principalmente las hechas de mármol que se conservan mejor.

El panteón de Herrera fue abierto en 1888, mientras que el de la Purísima en 1879 y es en este último donde hay obras arquitectónicas más elaboradas, por lo que hay el proyecto para declararlo Zona de Monumentos a fin de protegerlo.

Los conjuntos musicales recorren el panteón de Herrera de un lado a otro para tocar las melodías que les gustaban a los difuntos, arrancando algunos llantos entre familiares y amigos, así como cantos alegres al recordar los tiempos en que se entonaban con los que ya partieron.

Las familias se reúnen para visitar a quienes se adelantaron, las tumbas lucen limpias y los cementerios, que en el resto del año están solitarios, se llenan de movimiento en un andar de cientos de personas que llevan flores, cubetas o envases con agua, escobas y herramientas para limpiar.

Este año se reportaron pocos incidentes, alrededor de 10 personas que fuera del horario y en estado de ebriedad se brincaron las bardas de los panteones fueron detenidas.

Afuera de los cementerios abundan los puestos de flores, comida, dulces y de todo un poco, que forman parte del ambiente de celebración del Día de Muertos.

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